
l Chapo al borde del colapso: Nueve años de prisión desmoronan su salud física y mental
Informes revelan un alarmante deterioro en su salud física y mental, con síntomas que van desde alucinaciones auditivas hasta hipertensión y ansiedad severa.
Joaquín «El Chapo» Guzmán, el legendario narcotraficante que alguna vez fue comparado con Osama Bin Laden por su influencia y poder, enfrenta una realidad muy distinta a la de sus días al mando del Cártel de Sinaloa. Tras nueve años de reclusión en prisiones de máxima seguridad, primero en México y desde 2017 en la temida ADX Florence en Colorado, Estados Unidos, su salud física y mental se desmorona bajo el peso de un régimen carcelario implacable.
Informes médicos, declaraciones judiciales y testimonios de sus allegados dibujan un cuadro sombrío: el hombre que dominó el narcotráfico mundial es ahora una sombra de sí mismo.
Un infierno carcelario: El inicio del deterioro
El 8 de enero de 2016 marcó un punto de inflexión para Guzmán. Tras su tercera captura en Los Mochis, Sinaloa, fue recluido en el penal de Almoloya y luego trasladado al Centro Federal de Reinserción Social No. 9 en Ciudad Juárez. Un dictamen médico forense, elaborado por el perito Julio César Ayuzo González y basado en el Protocolo de Estambul, reveló los primeros signos de un deterioro alarmante.
Con 59 años, Guzmán presentaba síntomas físicos y psicológicos preocupantes: dificultades para mantener el contacto visual, voz baja, ritmo lento al hablar y un afecto emocional apagado. “Estoy mal”, confesó al perito, describiendo su experiencia carcelaria como “un infierno”. Las condiciones de reclusión, diseñadas para evitar nuevas fugas tras sus escapes de 2001 y 2015, incluían vigilancia constante, luces encendidas 24 horas y despertares cada cuatro horas para registro ante cámaras. “No me han golpeado, pero prefiero eso a que no me dejen dormir”, afirmó.
El informe documentó un trastorno de ansiedad generalizado, deterioro cognitivo leve (con una puntuación de 27/30 en la prueba MINI) y problemas en funciones ejecutivas, evidenciados por un puntaje de apenas 5 en la prueba del reloj. Además, Guzmán reportó alucinaciones auditivas simples, como escuchar voces de custodios inexistentes, y mostraba un nistagmo horizontal en el ojo izquierdo, señal de afectación neurológica. A nivel físico, padecía dolores de cabeza y espalda, hipertensión arterial baja (78/58), estreñimiento inusual y secuelas de una hernia inguinal operada años antes. Su historial de hipertrigliceridemia crónica, agravado por décadas de consumo de alcohol, contribuía a su fatiga y malestar general.
ADX Florence: La prisión que rompe al hombre
Tras su extradición a Estados Unidos en 2017, Guzmán fue confinado en ADX Florence, conocida como la “Alcatraz de las Rocosas”. Esta prisión de máxima seguridad impone un régimen de aislamiento extremo bajo las Medidas Administrativas Especiales (SAMs), que restringen toda interacción humana. Su celda, de menos de cuatro metros cuadrados, cuenta con muebles de concreto, vigilancia constante y aislamiento acústico. Solo se le permite una hora diaria en una jaula al aire libre, sin contacto con otros reclusos.
Reportes recientes de Illicit Investigations (octubre de 2024) y declaraciones de su abogada, Mariel Colón, a Milenio confirman que las condiciones han agravado su estado. Guzmán sufre hipertensión (controlada con Lisinopril de 20 mg), ansiedad severa, trastornos del sueño, depresión, calambres musculares y dolores de cabeza. La ventilación deficiente en su celda provoca palpitaciones nocturnas, y en 2022 reportó hongos en los pies que le causaron la pérdida de uñas. “Es una vida aburrida, solitaria y triste”, describió Colón, quien es la única persona autorizada para visitarlo.
El propio Guzmán ha calificado su trato como “cruel e injusto”, denunciando raciones insuficientes de comida y la falta de actividades como clases o interacción social. A pesar de su deterioro, el informe de 2016 señaló que nunca ha considerado el suicidio, un indicio de su resistencia mental, aunque esta parece resquebrajarse con el tiempo.
La lucha por regresar a México
Paralelamente a su declive, Guzmán y su defensa han buscado su repatriación a México. En enero de 2023, presentaron una solicitud ante la Embajada de México en Washington, invocando el Tratado sobre Ejecución de Sentencias Penales de 1977, que permite a reos con condena firme solicitar traslado a su país de origen. La Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) rechazó la petición, pero en marzo de 2025, el Juzgado Décimo Cuarto de Distrito en Materia Administrativa admitió un amparo para revisar el caso, aunque sin conceder una suspensión que obligue al gobierno mexicano a actuar de inmediato.
La defensa argumenta que las condiciones en ADX Florence violan los derechos humanos de Guzmán, citando el aislamiento extremo y sus efectos devastadores. Sin embargo, las posibilidades de éxito son inciertas, dado el perfil de Guzmán y la percepción de su figura como símbolo del narcotráfico.
De mito a hombre: El fin de una era
Joaquín “El Chapo” Guzmán, quien alguna vez fue el narcotraficante más poderoso del mundo, enfrenta ahora una batalla interna. Mientras sus hijos lideran facciones del Cártel de Sinaloa, el hombre que construyó un emporio criminal se desmorona bajo el peso de un sistema penitenciario diseñado para quebrar incluso a los más fuertes. Su historia, marcada por fugas espectaculares y un poder casi mítico, contrasta con la fragilidad de un cuerpo y una mente que luchan por sobrevivir al aislamiento.
A medida que su salud se deteriora, el debate sobre las condiciones de reclusión en prisiones de máxima seguridad cobra relevancia. ¿Es este el costo de la justicia, o un castigo que trasciende lo humano? Para Guzmán, el infierno que describió en 2016 no ha terminado; solo ha cambiado de escenario.
Fuente: Mediatiko